Hola, soy Alex!

Quizá me vieron por ahí, en TV, cuando tuve una sección llamada de De tu lado con Alex en Día a Día, o me escucharon en Agenda en Tacones de Blu Radio o tal vez han leído mi columna en El Tiempo.

Durante muchos años he estado trabajando en una misión de vida muy clara: Quiero ayudar, orientar e inspirar a las personas para que sean más felices con ellas mismas.

Se preguntarán de donde saqué esta misión o por qué no tengo ninguna duda sobre ella. Les quiero compartir mi historia:

Mi mamá y yo nos fuimos a vivir a Estados Unidos cuando yo tenía unos dos años de edad. Allí estábamos las dos, solas y sin apoyo de nada ni de nadie. Ella no hablaba inglés y tuvo que luchar solita. En la medida en que fui creciendo, siempre fui ‘la niña diferente’.

Cuando venía a Colombia de vacaciones, parecía turista y en el pequeño pueblo de NY en el cual crecí, era la única del colegio que hablaba español. En Estados Unidos no podían ni pronunciar mi apellido y en Colombia no sentía ninguna pertenencia.

Al graduarme del colegio decidí estudiar la universidad en Colombia; era más económico y me daba la oportunidad de conocer mis raíces y de vivir con mi papá. Fue un shock cultural al principio, pero como siempre había hecho en mi vida, me acoplé.

Estudié Finanzas y Relaciones Internacionales, más por descarte que porque realmente me apasionara. Fui profesora, asesora de una primera dama e incluso manejé el Departamento de Leasing de Ecopetrol, todo esto sin haberme graduado aún de la universidad. Luego fui banquera de inversión, trabajé incansablemente.

Me casé por primera vez (sí, por PRIMERA porque hubo una segunda). Siempre estaba en búsqueda de la próxima ‘cosa’ que por fin me iba dar LA FELICIDAD, el matrimonio no funcionó, las horas de trabajo y de esfuerzo tampoco.

Me divorcié y pensé: “Ahora sí voy a hacer las cosas mejor, ya aprendí”.

Volví a casarme, también con la expectativa de encontrar la dicha y la paz que tanto anhelaba. Tampoco dio resultado. Entre tanto, viví en Estados Unidos y volví a Colombia. Permanecí en relaciones que yo sabía que no eran lo mejor para mí, pero en mi corazón nunca perdí la esperanza, sentía que debía seguir buscando. Sin embargo, esa búsqueda solo me llenaba de más tristeza y más desilusión.

Tenía mucha rabia; rabia con quienes me habían abandonado y con los que me habían hecho daño, pero la rabia más profunda era conmigo misma.

Hasta que toqué fondo y me sumergí en una tristeza profunda, lloraba todo el tiempo y vivía de pelea con el mundo. Tenía el empaque de una mujer exitosa, pero por dentro me sentía fracasada, triste y sola. Increíblemente, en ese hoyo negro que parecía no tener fondo, fue donde encontré la luz.

Gracias a Dios y al trabajo que empecé a hacer en mi interior aprendí que el problema no eran mis parejas, ni el país donde vivía, ni el trabajo que tenía. Entendí que por muchos años había buscado por fuera lo que siempre había estado dentro de mí.

Lo único que anhelaba era sentirme amada, valorada y segura; y creía que esas cosas me las podía dar una pareja, un trabajo, una hija o un reconocimiento social. 

Pasé gran parte de mi vida sintiéndome insuficiente. Ese trabajo interior no fue fácil y los resultados no llegaron de un día para otro. ¡Pero hoy les puedo confesar que soy una mujer verdaderamente feliz! Ya entendí que esa felicidad está en mí. ¡Nadie me la puede dar y nadie me la puede quitar!

Mi misión con esta página y su contenido, sumada a todo lo que llevo haciendo hace 12 años, está enfocada en ayudarlos, orientarlos e inspirarlos a que encuentren esa felicidad auténtica en ustedes mismos. Los quiero guiar para que sientan esa paz y plenitud que vienen con entender que no podemos encontrar por fuera lo que no tenemos dentro.

Al igual que ustedes, he enfrentado situaciones muy difíciles. Y doy gracias a Dios por esas duras experiencias, pues también me han llevado a estudiar, a leer, a investigar, a buscar terapia, a asistir a talleres y a sumergirme en la búsqueda de las mejores herramientas para ayudarme a orientarlos.